UNA GRAN DIFERENCIA

UNA GRAN DIFERENCIA

Muchas veces miro a mi alrededor sin conseguir ver nada. Otras ocasiones me cautiva una imagen que en un principio no tenía interés en mirar. Los estímulos son tantos, que no discernimos entre mirar y ver.

No es lo mismo la sencillez con que actúas cuando nadie te mira que la simpleza de quien tan solo desea acaparar atención…

En nada se parece la prestancia de quién realmente es, a solo tratar de parecer quien en esencia no somos.
Me resulta infinita la diferencia entre tocar y ser capaz, con dedos hábiles, de acariciar solemne y elegantemente.

El disfrute de escuchar la melodía que encierra la música, una voz que pellizca en el corazón, un susurro que eriza el vello en el alma, se eleva por encima de otros sonidos bellos que solo soy capaz de oír, sin apenas prestarles atención.

Mientras paseo tranquilo, me apena observar el caminar de la gente con prisa. Me detengo y me fijo en mis pies, en sus pies. Son lo mismo pero tan distinto en ese preciso instante…

Agradezco sentir un abrazo o una palabra bonita que quien es cariñoso me regala, pero huyo del zalamero, que busca algo más en lo ajeno.

Pienso acerca del camino que piso y si es el que tiempo atrás planifiqué. Solo cuando medito profundamente sobre ello, es cuando llego a una conclusión. Únicamente gozando aquí y ahora ese pensamiento incipiente se nutre de sentido.

Manejo la ironía de forma consciente como un modo de encajar mejor la realidad. Qué diferente de la burla que no encaja más que para hacer daño.

Y es distinguir entre aquellas cosas que parecen similares, donde realmente se desarrolla plenamente mi sensibilidad con sus intrínsecas sutilezas. Es por ella y por todo lo que representa, que soy capaz de ver tu halo especial elevándose grácil y poderoso entre la multitud

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