PEQUEÑOS DETALLES

PEQUEÑOS DETALLES

Me he equivocado tantas veces creyéndome en posesión de la verdad que dejé de contarlas. He hecho daño sin pretenderlo… y siendo honesto, a veces con verdadera intención. He soñado con paisajes oscuros y otras veces he volado por encima de simas y picos, quemándome las alas.

La arrogancia me ha arrastrado en ocasiones a pozos profundos y fríos de los que creía que no lograría salir. Soy tan terriblemente falible que ya no apuesto por la razón, ya no quiero tenerla porque sé que no existe, que hay tantas como equivocaciones y reproches, tantas como reflejos en la fragilidad de un cristal.

He llegado a ser tan estúpido que creía que el agua que atrapaba entre mis manos, no se derramaría, que podría retenerla sin tener en cuenta que siempre encuentra cómo filtrarse.

Cuando pienso en los consejos que he dado sin saber lo que decía, solo por creerme importante, tan solo por acaparar atención…

Tantos errores y aun me sorprendo de que haya gente que me siga queriendo. Retrocedo en el tiempo y advierto que las personas son más generosas que injustas. Han perdonado mis faltas, me han querido como soy. Como hace el agua, también las filtraron, me dejaron fluir, aceptando mi evolución aun cuando me alejaba de su certeza y de su equilibrio.

Desde hace poco tiempo soy menos exigente, me perdono también más y valoro las cosas insignificantes e intrascendentes. Hoy sin ir más lejos, me asomé a la ventana y observé detenidamente a un niño que desenfadado me devolvió la mirada. Agitó su manita acompañada de una preciosa e inocente sonrisa. Entonces sin darme cuenta, sin saber por qué, me sentí dichoso, y con una enorme sensación de alegría me senté y comencé a llorar…

AUDIO RELATO: INVISIBLE

INVISIBLE

En este último video antes de coger las vacaciones estivales, os dejo un relato con mensaje personal incluido. Se trata en esta ocasión de una búsqueda de la identidad y de entender el lugar que ocupamos.

EN BUSCA DE UN ESPEJISMO

EN BUSCA DE UN ESPEJISMO

Me inunda el peso de la responsabilidad. No tengo ni idea de qué debo hacer. Son muchas las voces que me insisten y muchos los consejos para que comience este nuevo recorrido. Aquí no me queda nada. No veo futuro ni las raíces son lo suficientemente poderosas y profundas para calmar la pena que me aflige. Miro a mis hijos y la voz se me atraganta a la altura del pecho. La ilusión por el viaje, la amargura por la renuncia y la incertidumbre por las nuevas páginas que tendremos que escribir en nuestro particular cuaderno, llenan de emociones contradictorias mi sensatez.

No es justo que deba recaer todo este cometido en mí. Allá donde vamos, las cosas según dicen, son más justas, las oportunidades inmensas. Solo deseo que todo salga como he planeado. Se escuchan muchas cosas sobre esa tierra prometida. Todos los ahorros y toda la esperanza en un viaje de ida sin retorno, una apuesta al todo, queriendo desechar la nada.

Miro alrededor y solo veo agua. No era lo que me prometieron. Mi esposa conserva la calma, la quietud. Su sumisión forma parte de nosotros, del aprendizaje. Todo el peso sostenido en mis hombros y su represión. A veces la costumbre y la tradición no conviene a nadie. Tengo mucho tiempo para pensar en esta embarcación pobre y quebradiza, pero no me arrepiento. El mar me canta su canción al oído y mientras me mece, la prefiero a la melodía postrera, desolada y marchita de la que acabamos de escapar. Ese sonido ya dejó de ser alentador y la zozobra de este mar caprichoso es mejor alternativa aunque mañana no escuchemos nada más…

Luces de patrulleras nos rescatan de un futuro vacilante y borroso. Todo lo que aguardaba en mis propósitos languidece frente al ruido, los gritos y aquellos que perecieron por el camino. Solo resta que al pisar esta tierra prometida, nos reciban con cariño, por todo lo que abandonamos, por nuestro origen desatendido y prescrito. Solo espero que entiendan que nuestra llegada es nuestra última ilusión y que en este precario equipaje solo cabe esta quimera.

Volver arriba