LO QUE LA PIEL CUENTA
Aunque pareciera que el arte del tatuaje es algo moderno y que se ha impuesto en nuestra sociedad, su origen se remonta a siglos e incluso milenios atrás. Nos gusta escribir y comunicarnos como seres sociales que es esencialmente lo que somos. Lo hemos hecho a través de papiros y pergaminos en la antigüedad, libros finalmente, dejando para la posteridad conocimientos, historias ficticias, biografías, manuales científicos, escritos religiosos y un sinfín de letras de difícil y amplia catalogación.
Las historias no solo se cuentan con palabras. Como hecho constatado y constatable aún hoy día podemos observar imágenes y grabados en iglesias y monumentos que nos narran relatos de un modo gráfico pero lleno de sentido y significado. Los tatuajes comunican algo; un modo de sentir, una frase que nos define, una imagen que atrapa una creencia, un amor. La piel nos envuelve, y con ella lo que nos imprimimos para nuestra limitada eternidad. Por tanto, no se debe a una moda, a una tendencia. Es algo más antiguo que las palabras y con finalidades tan dispares como demostrar valentía, madurez, simbolismo sexual, como forma de castigo para marcar a los advenedizos, a los que incumplían las normas o a los esclavos. Según he podido leer recientemente, en el año 2019, en un glaciar situado en la actual frontera de Austria con Italia se encontró un cazador neolítico congelado de hace aproximadamente 5.300 años y que tenía espalda y rodillas tatuadas. Un segundo hombre fue encontrado en Siberia con un tatuaje en el hombro y por los estudios realizados se calcula que data de hace 2.500 años. La posibilidad de contar con tecnología y gente ambiciosa y dedicada a la investigación posibilitan que en la actualidad sepamos cosas tan fascinantes como esta.
Durante momentos concretos de la historia las personas tatuadas fueron perseguidas por la Iglesia Católica por considerarse una tradición pagana y como en otras circunstancias la historia humana que se repite en un ciclo sin fin, ha estado tan presente como escondido según las distintas épocas de nuestra historia. En el siglo XIX la medicina legal comenzó a interesarse por los tatuajes, ya que servían como una forma de estudiar y conocer la personalidad de los criminales que lo llevaban. Es así como estos estudios inspiraron a varios autores como Lacassagne, Baer y Batut a crear obras que abren nuevos caminos para la interpretación de un tatuaje y que cotinúa hasta hoy.
Me ha llamado poderosamente la atención las formas de realizar tatuajes atendiendo al lugar y momento histórico y creo que puede resultar interesante compartirlo.
1- Tatuaje cosido: En los pueblos de siberia realizan los tatuajes con aguja e hilo pasado previamente por alguna sustancia colorante, introducen el hilo bajo la piel siguiendo la forma del dibujo que se desee y así va dejando el rastro del color formando la figura a tatuar.
2-Tatuaje por corte: Este tipo de tatuaje es realizado habitualmente en las prisiones. Se utilizan cuchillas, navajas o algún objeto cortante y el colorante lo consiguen de distintas formas, el negro lo sacan del humo, de suela de goma quemada, de polvo, de carbón u hollín; el rojo de polvo de ladrillo o simplemente utilizan tinta de bolígrafo aunque con peores resultados. Para realizar el tatuaje dibujan sobre la piel la figura deseada, practican pequeños cortes en el contorno de la figura y luego depositan el colorante.
3-Tatuaje por escarificación: Es una forma practicada entre los pueblos de piel oscura, consiste en formar figuras en la piel mediante las cicatrices. Los instrumentos utilizados son espinas o cuchillas finas. La zona del cuerpo que tatuan es untada en aceite y con este mismo realizan la forma que desean tatuar. Con la espina se levanta la piel y con la cuchilla van cortando de forma rápida. Al terminar se cubre el tatuaje con harina dura para calmar el dolor y proteger de infecciones. En ocasiones utilizan hierbas para que la cicatrices sean más claras y no desaparezcan tan fácilmente con el tiempo.
4-Tatuaje por quemadura: Esta es una antigua costumbre que se utilizaba para marcar a los esclavos y hoy se utiliza solo para marcar el ganado. En esta técnica se utilizaba una vara de hierro con un sello forjado en un extremo y que era calentado al fuego. En ese momento se colocaba sobre la piel de la persona que se deseaba marcar y esto producía quemaduras que más tarde dejaría cicatrices con la forma del sello.
Todas estas formas de tatuarse deben de ser muy dolorosas y en nada se parecen a las técnicas que hoy día se utilizan. Es por eso que si deseamos tatuarnos algo, preferiblemente significativo y tan duradero como nuestra existencia (en la medida de lo posible), el dolor no debe ser un impedimento.
Y tú, ¿qué piensas de ello? ¿Tienes algún tatuaje o te gustaría hacértelo pero pese a todo te da miedo el dolor o sientes inquietud por no estar completamente seguro de qué dibujarte?
¿Opinas que esto es una moda pasajera o que llega para quedarse? ¿Tienes tu piel impresa con algo de lo que te sientas orgulloso o inspirado?