RELATO Y AUDIO RELATO : PERSECUCIÓN

RELATO Y AUDIO RELATO :PERSECUCIÓN 

Llevo días sintiendo que alguien me persigue. Se lo comento a mi esposo. En un principio lo atribuye al estrés de mi trabajo pero finalmente se rinde a la evidencia  y termina aceptando que algo raro sucede.

Veo el buzón revuelto al salir, y mis pertenencias desordenadas al regresar a mi casa. Soy muy metódica y sé cuándo mi entorno se altera.

Ayer paseaba por el jardín y ojos curiosos me acribillaban la espalda. Sin embargo al girarme ya no había nadie. Sé lo que percibo, no suelo equivocarme. 

Mi trabajo es peligroso, no me dejan hablar de ello. Tardé mucho tiempo en compartirlo con él, no fue hasta después de la boda. Me aceptó con todas mis restricciones y ya no me hace preguntas. La clandestinidad de mi tarea no agrieta nuestra complicidad.

Desde hace días estoy segura de que han descubierto mi identidad y no solo la misión está en peligro, también lo está el. 

Se ha tenido que marchar de casa unos días. Hay detalles que pueden pasar desapercibidos para muchos, pero en mí evidencian un riesgo que prefiero afrontar sola.

Un tipo de aspecto siniestro me espía a través de la ventana mientras veo la televisión. Cada vez temo más que mi rutina se adultere, que lo que me ha costado tanto tiempo conseguir, se resbale entre mis dedos.

Es por eso que salto del sofá y me dirijo a mi hostigador. Debo proteger lo que me importa y por nada del mundo me lo arrebatarán. Me siento a horcajadas sobre él y le golpeo con furia. He suplido mi escasa fuerza con coraje y determinación.

Me despierto atada a la cama con la mente palpitando entre profunda nebulosa, confundida y asustada. 

No recuerdo cómo he llegado hasta aquí. La habitación es blanca y anodina. Tengo un gotero en el brazo que va introduciendo el veneno que aplaca la imaginación de mi mente.

Y entonces con sensación de vértigo y tristeza recuerdo que mi marido no está, que hace años me abandonó. Mirando a mi alrededor vuelvo a ser consciente gracias a la medicación que estoy nuevamente en aislamiento. Rememoro la agresión al celador del centro y toda la historia que recreé en mi cabeza. 
Bendita locura, enemiga de indeseables recetas y único modo de despojarme de una cordura que frena los excesos de mi mente desmesurada.



Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Volver arriba