DÍA 23: OLOR

DÍA 23: OLOR

Te huelo por la mañana cuando despiertas. Estás aún adormilada y no te das cuenta de que me acerco para saborear tu aroma. Tu pelo guarda la esencia de la yoyoba, tu cuerpo el de la esencia del sándalo y la rosa. La noche no roba tu fragancia porque permanece trenzada en ti.

Al cabo de un rato despiertas y me regalas olor a café. Me voy hacia el comedor y casi puedo disfrutar de un momento tan ordinario y tan especial.

Me doy una ducha y me deleito con el agua bañando mi piel y el perfume de cítricos invade mi olfato.

Soy capaz de percibir el olor de tu agitación ante los retos de la mañana. Huelo tus segundos de impaciencia cuando anhelas algo con ilusión.

Percibo tu esencia más pura cuando te asalta el entusiasmo, y en cuanto el tedio te atrapa advierto tu olor a fracaso y a decepción.

Sin embargo eres fuerte ante los azotes, exhalando tan solo seguridad. Eres fuego y vigor y me agarro a tu ímpetu para volar contigo entre nubes que con mirada cohibida vigilan.

Y al llegar a casa me cuentas tu día, y yo a ti el mío. Frente a los efluvios de nuestros banquetes nos deleitamos con ambas historias, nos admiramos por hechos triviales y nos alcanza la madrugada compartiendo perfumes que nos atraparon…

Pero de entre todos los olores del día, el que más me embelesa es el de tu excitación. Cuando toco las teclas y alcanzas el clímax puedo palpar tu felicidad. Puedo observar cómo asciende y en un breve instante vuelve a desaparecer.

Y finalmente nos dormimos abrazados, relajados y en paz, esperando que el sol nos invite a iniciar nuevamente el ritual con miles de olores que inducen a despertar…

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