EL MAR Y SU GUARDIÁN

EL MAR Y SU GUARDIÁN

Tras mi anterior entrada en la que entrevistaba a Karlos Simón, experto en tiburones (entre otras muchas cosas. Ved mi entrada anterior si es que no la habéis visto aún), rescaté de entre mis escritos de hace años, uno en el que hacia alusión al mar y a uno de sus dueños y señores. Me pareció que unir ambos tenía sentido, pero esta vez desde mis propios sentimientos de antaño y la experiencia en foto y video de hoy… Las sensaciones de bucear bajo el agua me tiene fascinado desde hace más tiempo del que logro recordar.

Se nota que han pasado 21 años, pero el amor por ambos no ha disminuido un ápice. Todo lo contrario es cada vez más intenso y equilibrado. Ahora el buceo es para mí algo imprescindible…

Amanecer en mi último viaje, a Maldivas en noviembre de 2019

Aquí dejo el texto.

Qué bonito es el océano, su inmensidad, su profundidad. Me llama su misterio y mi curiosidad. Me embelesa y me produce admiración.

            Sensaciones de paz en armonía y equilibrio con el respeto, me inducen a querer sumergirme en él. Bajo su superficie no se escucha más que tu propia respiración y las burbujas que de ella se desprenden.

            Desciendes más y más hondo. Notas la presión en los oídos. Da la sensación de vulnerabilidad y curiosamente al mismo tiempo, de gran tranquilidad y paz. Es difícil explicar lo que me pasa por la mente. Solamente cabe sentir…

            Antes de tomar contacto con el agua pienso que algo puede fallar; el equipo, los nervios, algo inesperado en forma de pez. Una vez dentro del mar, todos esos pensamientos se diluyen por si solos como lo hago yo.

            Algo vive en el mar que me apasiona por encima de todo y por lo que he llegado a amar hasta el medio en el que habita. Lo llevo impreso en mi piel y también refleja mi procedencia en el firmamento. Todo íntimamente relacionado. 

Foto tomada en una inmersión que hice en Bahamas en 2016

            Es un pez antiguo, adaptado a su medio, inteligente, coetáneo de los dinosaurios, sobreviviendo al cataclismo que los exterminó. Cuatrocientas formas distintas, cuatrocientos modos de vida, con sus colores, tamaños, hábitos y costumbres.

        Se tiene de este formidable animal un erróneo concepto, una mitificación destructiva. Entre varios de los motivos destaca la novela de Peter Benchley que más tarde llevaría al cine Steven Spielberg. Ambos han contribuido sin quererlo, a hacer de este hermoso animal, un monstruo, una máquina de matar. Las consecuencias han sido de una considerable diezma y extinción de varias especies de escualos. Como anécdota, cabe destacar que Peter Benchley el escritor, después de comprobar las consecuencias y reacciones que provocó su libro y su posterior adaptación al cine, se convirtió en un apasionado conservacionista de estos animales para tratar de compensar de alguna forma lo que sin pretender había ocasionado.

Inmersión que grabé en Bahamas, donde se alimentaba a los tiburones

            

¿Cuántos accidentes de tráfico se suceden al día? ¿Cuántas muertes por imprudencia de los bañistas en playas por no respetar el color de las banderas? ¿Cuántos seres humanos mueren de inanición a manos de otros congéneres que, aún teniendo el poder de enmendarlo, cierran los ojos en detrimento de su destino? Como estas, podría enumerar un centenar más. Es lamentable destinar determinados recursos en tratar de exterminar a este animal en lugar de remediar tristes y mejorables situaciones en nuestros iguales.

            Su persecución y extinción no es la solución. Siempre que el ser humano no entiende algo, lo atribuye a circunstancias sobrenaturales y le provoca temor. Esto es algo que la historia ha demostrado. El hombre es finito y limitado, mas es tan grande su vanidad que a todo le busca el sentido y si no lo encuentra se lo inventa. Poseemos intelecto, una capacidad de pensamiento que nos distingue del resto de animales. Sin embargo, esta ventaja no nos hace mejores. Y por todo ello censuro el exterminio, la ejecución o la actuación bajo el mando de la ignorancia.

Adoro el mar y lo que contiene. Me he preocupado de entenderlo. Es posible que se haya producido en mí un sentimiento de protección, supliendo de algún modo el miedo que despierta en nuestras peores pesadillas. En ocasiones me veo infectado de esta histeria colectiva, al fin y al cabo, soy un miembro más y todos nos nutrimos de quienes tenemos cerca.

FIN

Después de leer este texto que queda lejos en mi memoria, he de decir que no me veo infectado de esta histeria de la que hablaba entonces. Cuando conoces las cosas, eres capaz de comprenderlas, de entender… Ya no siento miedo porque algo pueda fallar cuando me sumerjo en el azul. Únicamente siento respeto porque no es nuestro medio, porque lo que hacemos es visitarlo y los dominadores ya no somos nosotros. Solo somos sus invitados.

¿Te ha dado miedo alguna vez bañarte en el mar o los tiburones? ¿tienes esa sensación de inquietud cuando lo haces? ¿Qué cosas durante tu vida te daban miedo o una sensación extraña o de rechazo? En tal caso, ¿se ha producido algún cambio después de haberlo entendido o conocido? ¿A qué te gustaría dejar de temer o angustiarte?

Espero poder compartir experiencias, anécdotas o comentarios que os vengan a la cabeza. Y si se trata de algo que consideras íntimo y no quieres compartirlo, respóndete en silencio.

Un abrazo

4 comentarios

  1. ¿Que si me ha dado miedo alguna vez bañarme con tiburones? Vamos, ni se me pasa por la cabeza. Estoy de acuerdo en que cuando conoces algo y lo entiendes, pasas de temerlo a amarlo, pero yo creo que no llegaré hasta ese punto. Me encanta verlos tanto en los documentales de la tele como cuando tú me enseñas esos vídeos donde estás tan cerca que puedes tocarlos.

    Dejando a un lado los tiburones, en la vida me han dado y me dan miedo muchas cosas aunque no todos en la misma medida.
    Por un lado, cosas como las montañas rusas extremas o las películas de miedo, me hacen sentir esa emoción pero desde otro lado ya que, en ese caso, sé que no me va a pasar nada.
    Cuando sí que siento miedo e incertidumbre es en las ocasiones en las que no controlo lo que va a pasar y me temo lo peor. Ahí es cuando la cabeza me da vueltas y el pecho me aprieta.

    Aún así no tengo ninguna fobia reconocida. No temo a los tiburones porque nunca me he cruzado con ellos… ja ja ja. Los respeto mucho, eso sí, tanto a ellos como a todos los animales salvajes que podrían darte un buen revolcón sin mucho esfuerzo.

    Y, cómo no, creo que comparto un miedo con la mayoría de los mortales que es perder a los que amas…

  2. Sergio

    La incertidumbre es lo que más infunde temor, al menos en mi caso y veo que en el tuyo. Al fin y al cabo se trata de desconocimiento de lo que puede suceder y es que no saber de algo siempre produce cierta inquietud que según se sepa o no trabajar, nos puede producir gran congoja y desasosiego.
    En este último año esto ha sido muy compartido. El obligado encierro pero sobre todo no saber hasta cuándo y lo que nos deparará todo esto una vez finalice está muy generalizado en el ánimo de muchas personas.
    Y por supuesto el mayor miedo de todos, coincido contigo es ver desaparecer a quien forma parte de nuestro día a día, de nuestra historia de vida, dejándonos huérfanos y con un vacío insustituible.

  3. Sara

    Que maravilla esas sensaciones que describes… ojalá yo pudiera sentirlo así. Pero creo que ese es uno de mis miedos.. la profundidad del mar me asusta, y mira que lo he intentado.. pero nunca fui capaz de relajarme en una inmersión.
    Pero creo que los miedos limitan, así que hay que enfrentarse a ellos, unas veces conseguiremos superarlos y otras no, pero por lo menos lo habremos intentado 😉
    En cuanto a los tiburones, no se que sentiría si los tuviese cerca pero creo que me quedaré con las ganas, de momento…

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