DÍA 28: ESTABILIDAD

DÌA 28: ESTABILIDAD

Había días que pasaban como si deambulasen por una gran cuesta, sin tener control sobre ellos. Había días en que no deseaba moverme de la cama sin saber el motivo.

Había días que contaba los minutos que se transformaban en horas, lentos y abotargados. Pasaban las semanas y se marchitaban sin dejar una impronta, como una luna sin reflejo, sin que sepa qué sucedió.

Había meses que duraban todo un año y el almanaque parecía burlarse de mí. El tiempo no avanzaba, inclemente y ruin, mirándome con desdén. La estabilidad que a tantos reconfortaba me convertía en estatua de sal, sin los contrastes emocionantes de quien vive tan solo el presente, a quien poco le importa el futuro y que no siente atadura alguna. Sabía que ella no comprendía mi alma porque apenas la entiendo yo. Me oprime pensar en un para siempre. Sin embargo lo intenté. Debía jugar la partida pero el destino me sometió.

Después de ese tiempo, retomé mis más bellos poemas. Surgía de dentro un torrente de ingenio que llenaba hojas en blanco sin apenas dormir. Fue después de su marcha que me abracé a mi inseguridad y de ella me colmé.

Pasaba horas en el estudio escribiendo sobre las dos; acerca de mi amada que yacía con otro pero a la que no puedo culpar. Y sobre la pena que me ofrecía el alivio en forma de inagotable y fértil inspiración.

En ocasiones me invade la tristeza por lo que pudo ser y no fue, pero no hay nada más amargo que soslayar la propia identidad, sucumbir a un proyecto que es ajeno y definitivamente claudicar.

Sentir no es solo una opción, es algo imprescindible. Las emociones siempre me recuerdan por qué merece la pena estar vivo. Mi empeño no es otro que perseguir siempre a mi musa, allá donde se encuentre, siendo siempre ella mi peculiar estabilidad…

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