RELATO: VIAJE EN AUTOBÚS

RELATO: VIAJE EN AUTOBÚS

Centenares de personas se han sentado a mi lado de camino al trabajo en los últimos meses y no sería capaz de recordar sus rostros. Pero hoy me he fijado en uno que me ha llamado la atención; un adolescente preocupado y taciturno, con la mirada envejecida, algo inusual a una edad donde el mundo es un lugar mágico por explorar y se tiende a la inmortalidad. A partir de entonces he inventado un juego que me amenice el viaje: cómo debe de ser la vida de esas personas con quienes comparto cada día un trocito de nuestro universo común.

Pienso entonces que ese adolescente está sufriendo su primer desamor, ese que tanto marca pero que antes de lo que imagina habrá dejado de doler. Lo mismo me sucedió a mí, hace tantísimo tiempo.

Me fijo al día siguiente en un señor de edad avanzada que arrastra sus delgados huesos hasta mi lado. Quiero suponer que en un pasado lejano, cuando era más joven y su huesos no tan frágiles, realizaba un trabajo importante; director de orquesta, deleitando a un auditorio embriagado ante su música. Poseen sus ojos una energía vital que contrasta con su físico deteriorado. Y me imagino que es ese tal vez, un espejo en el que me miraré en el futuro…

Otro de esos anodinos días de autobús, observo a una mujer que no de deja de mirar fijamente su móvil. Fantaseo que espera ansiosa un mensaje con el resultado de su biopsia. Tiene cara de preocupación y no de mirada distraída buceando en las redes sociales. Lleva esperando demasiado tiempo una respuesta que le devuelva la ilusión por el futuro…

No siempre lo que sucede es lo que pensamos. La gente que tenemos al lado durante pequeñas fracciones de nuestro tiempo parece muy distinta a nosotros, cuando en realidad nos mueven a menudo los mismos sueños y angustias. Con este juego que es solo para mí, advierto cosas que nos acercan a los demás. Con mi imaginación pretendo encontrar lo que nos conecta, desechando mi parte egoísta, una parte insignificante en realidad.

Tantos contactos cercanos con los demás nos son muchas veces indiferentes. Solamente necesitan una pequeña chispa para prender una conversación, un parpadeo en este asombroso decorado que nos rodea.

Semanas después coincido con ese adolescente de semblante serio de días atrás, y vuelve a sentarse dos filas por delante, con su mano entrelazada a la de una preciosa muchacha. No puedo esconder mi sonrisa inundada de una alegría que tal vez únicamente yo comprendo. Me regocijo ante mi entrometido pasatiempo, amenizando mis viajes, acercándome así a una generosa visión de este particular universo que me rodea…

2 comentarios

  1. ¡Me encanta!. Yo también juego a ese juego e invento mil y una historias sobre la gente que comparte transporte por unos pocos minutos cada día.

    Tantas vidas diferentes y tantos secretos que la gente guarda… Incluso a veces imagino que tenemos cosas en común y que ni lo sabemos…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Volver arriba